jueves, 7 de julio de 2011

Histórico. Inolvidable. Monumental. Gracias Belgrano querido...!!




Y ahí está Belgrano. Siendo una barricada permanente,
con el mismo sonido de toda la vida… el de los bombos que
retumban en las paredes del barrio. El que servía de música
a los reclamos populares. Y de última… Belgrano ha sido
siempre un reclamo popular.
Una bandera de lucha… una rebelde forma de mojarle
la oreja a los poderosos.

(Osvaldo Whebe)

sábado, 19 de marzo de 2011

Escrito 9: Belgrano, la verdad que nos une

Soy Pirata

Por Carlos Godoy
a María Mazzaforte in memorium


Tengo cosas para contar. La secuencia es así: nací en la maternidad de barrio Alberdi, ocho años más tarde tuve mis primeros amigos del barrio con los que me juntaba en vacaciones sobre la calle Chaco. A veces subíamos a mi terraza a tirar piedras o simplemente a espiar a la gente que pasaba por la calle. Fui al jardín de infantes de la escuela Mariano Moreno. Una de las tantas escuelas que fundó Sabattini en los años treinta. Las maestras llamaban la atención a mis padres por mi conducta. Les sugirieron en varias oportunidades que visite a una psicopedagoga. Consejo que ignoraron, pensando en que se trataba de una exageración, hasta que murió mi hermano una mañana que quedamos solos en la casa de la calle Santa Rosa y yo saqué el revólver que mi papá guardaba en el primer cajón de una cajonera roja. Al día de hoy. Cada vez que voy a la casa de mi amigo Carlos que vive en Balvanera, agarro la pistola que tiene sobre un estante con libros y siento una especie de fascinación que me hace gatillarla y gatillarla apuntando al ventanal. Durante mi estadía en la primaria del Mariano Moreno hice amigos que hasta el día de hoy, muy de vez en cuando, veo. También tuve mis primeras experiencias con el amor, la derrota y la victoria. Cuando nombran a la escuela me vienen una serie de recuerdos. Un tipo de barba que se llama Néstor, tenía una traffic de transporte escolar y pasaba por las aulas cobrando el bono contribución de la cooperadora. Siempre me pareció un hijo de puta. Antes de irme de Córdoba vi que lo entrevistaban en los noticieros. Se había convertido en un sindicalista, capaz que del transporte escolar. También me acuerdo de Mabel, la sobrina de mi profesora de plástica. La señorita Marta. Otra hija de puta. Pero el recuerdo puntual de su sobrina no es porque era la más linda del curso o porque íbamos a su casa a tomar la leche. Durante un recreo rompí un vidrio de un pelotazo y a Mabel se le clavó una astilla en el cuello que casi la desangra. Su tía pasó un lunes por nuestro curso para avisarnos que ya le habían dado el alta y estaba bien. Que lo único que quería era que juntáramos plata entre todos para comprarle una nueva remera porque la que tenía puesta ese día quedó inutilizada por la sangre. A la señorita Marta también la tuvieron mis hermanos en la misma escuela. Y parece que les hizo la vida imposible. Otra cosa que recuerdo de la primaria es la señorita María Mazzaforte. Era una vieja gorda bastante peculiar. Cuando se enojaba conmigo gritaba mi nombre completo y solía sacarnos de paseo por la costanera del río Suquía para escuchar a los pájaros y aprender los nombres de los árboles y los insectos. Tenía un Fiat 600 celeste porque era fanática de Belgrano. Iba siempre a la cancha. Cuando yo dejé el Mariano Moreno y entré al colegio Manuel Belgrano enfermó de cáncer y sus últimos días de trabajo, antes de pedir licencia, iba a la escuela con un pañuelo atado a la cabeza, como Axel Rose, para ocultar la caída del cabello que le ocasionaba la quimioterapia. A veces algunos alumnos le preguntaban con picardía porque usaba pañuelo tan a la moda y ella les respondía porque soy Pirata.
Como decía, a finales de 1994 entré a la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. Y al año siguiente durante el cursado mi vida cambió. Conocí a las chicas lindas que no eran del barrio y venían de otros barrios lejanos y caros a dar vueltas en las calles por las que yo, hasta entonces, deambulaba despreocupadamente con las bolsas de las compras. Así fue como empecé a padecer mi barrio y a ocultarme en la habitación que daba a la calle Chubut a espiar por una rendija a la gente que pasaba. Tuve por primera vez profesores con títulos universitarios que me extirparon la religión con mucha facilidad y me enseñaron que el peronismo es un error de la historia y que debemos vengar la dictadura que padecieron nuestros padres con la acumulación de títulos académicos. Pero en esa escuela conocí a grandes personas. A Luisito, Burbuja, Ameba, Ojito, Angulo, Santuli, Pepón. Con ellos me quedaba después de clase tomando vino de caja en la costanera para después ir a la cancha pasándonos el carnet de Burbuja, el de Angulo o el del Ojito. Yo por lo general pasaba con el del Ojito porque teníamos un corte de pelo parecido, aunque era tal el atolladero de gente en la cola de los socios, que los del control casi nunca miraban la foto, solo chequeaban la fecha de pago. Y en el Gigante de Alberdi canté trepado a un paravalancha y les grité a las mujeres que pasaban y también a los árbitros y a veces, cuando se sentía en el ambiente que la cosa no iba a terminar bien, bajaba las gradas y caminaba hasta donde estaba mi mamá con mis dos hermanos para decirles que era conveniente que se vayan unos diez minutos antes de que terminara el partido. Y también viajé a Capital y a Rosario en colectivos repletos de negros como yo que tomaban vino de caja, de caravana. Y una vez al grito del Getón me puse en cueros para apoyar mi remera en la ventanilla y así sostener los pedazos de vidrio que se desprendían y saltaban con las pedradas que tiraban los comegato de Rosario Central desde arriba de un puente. Y también yo tiré pedradas para destrozar los autos de Cadena Tres cuando descendimos y después me fui con los canas tirando y corriendo atrás mío, sintiendo en el aire una mezcla de olor a bosta de caballo y pólvora, a la casa de mi vieja; dónde me bañé y me acosté a dormir mientras todavía se escuchaban tiros y gritos.

Ahora me acuerdo de todo esto porque voy a ser padre. Porque en menos de un mes voy a tener una nena a la que, en algún momento, voy a tener que rendirle cuentas sobre mi historia. Y a veces pienso sobre que es lo que debería y lo que no debería contar. Pero a veces también pienso en que estoy lejos de mi barrio y cada vez que vuelvo es un poco más diferente a la cita referencial que construye mi memoria y que lo mejor que puedo hacer es empezar a contarlo todo.

Escrito 8: ¡¡¡Grande Pa!!!

sábado, 29 de enero de 2011

Convocatoria

Los Escritos al Primer Amor son Belgrano, Alberdi y su Gente. Es por eso que te invitamos a que nos cuentes tu historia. Que trates de recordar tus momentos en Alberdi y con Belgrano. Si te gusta escribir y compartirlo tiranos un pase y mandanos tus textos. La idea es que esto vaya creciendo entre todos. No podemos prometer la edición de los mismos en papel, pero en el blog seguramente estará.
Amigo pirata no deje de alentar, no deje de contar su historia. La primera banda y la primera en editar cuentos en Córdoba y en el país.
Mandanos un mail a escritosalprimeramor@gmail.com

Dale, no seas pecho frío.